Esto no es un techo

Por el techo, por la ventana, llegué hasta descubrir el mas allá de ese negro que había tapado el límite, disfrazando, haciendo de cuenta que.
Tapar el arriba, pintar sobre, acortar el espacio blanco. Me pareció hermoso y me lo guardé.
Después, o antes probablemente, miré como una cadena era usada para abrir esa ventanita de allá arriba, (que también me fijé que no era posible alcanzarla ni arriba de una silla, ni en puntas de pie) y me sonó linda la metáfora. La ventana abierta atada por una cadena que miraba el mecanismo que me tenía atada a esa realidad, como salvavidas -como cadena-, me servía para llegar de una forma mentirosa a mi más adentro, a abrirme al aire. Tan contradictorio que si lo tuviese que vivir de nuevo, no me sale. Tan contradictoriamente hermoso como ese negro que se nos venía encima de la cama.

Y entonces era de noche, y el vacío hermético de siempre estaba (como siempre) mientras me movía por los pasillos, escaleras, pisos. Factor común: acá también había pisos. Dato no menor porque ¿alguien piensa en los pisos que caminamos?
Después (mientras tanto) pasé por una habitación con la luz encendida donde seguro estaba un desconocido, y me vi pasando por esa habitación desde afuera (como cuando miraba ese techo, como cuando miraba la ventana sintiendo el salvavidas, la cadena, el hierro forjado al rededor de mi cintura, la cárcel, el cuerpo detrás de mi cuerpo que tal vez hablaba, seguro respiraba, pero ¿me hablaba?¿cómo recordarlo?¿se acordará de eso la ventana que miraba mirándome?).
Che, desconocido, ¿es así siempre Buenos Aires? ¿es así para todos? ¿allá también hay personas, que como yo, son así? ¿se van por los pisos, y por los mecanismos de las ventanas, pasan por las ventanas con balcones sin plantas, hasta llegar a los techos disfrazados? ¿también se enamoran así, de mentira, para tapar el techo?

No hay comentarios:

Publicar un comentario